![]() Para una elaboración más a fondo sobre las visiones de PKD, ver este libro que contiene más extractos de sus notas personales, titulado Exégesis. . Fotos: “2. 5 años de Caretas”; “La República Militar” de Guillermo Thorndike y Carlos Domínguez. Todos los derechos reservados a los autores). En el aniversario 3. Juan Velasco Alvarado, entregamos un testimonio personal de nuestro colaborador Gregorio Huaroto Offenhauser sobre esos lamentables hechos, al que siguen algunas versiones recogidas por él sobre lo que habría desencadenado la violencia de ese día. Esperamos que nuestros lectores nos puedan ayudar, como en otras ocasiones, a través de sus valiosos testimonios y comentarios, a recordar sobre ese triste momento de nuestra vida republicana, del que, paradójicamente (por el posible compromiso de fuerzas políticas, nacionales y extranjeras, en la definición del curso de nuestro país durante esa hora), muy poco se ha escrito hasta la fecha. Por Gregorio Huaroto, colaborador de Arkivperu. MI VIVENCIAEra un día de semana, durante el caluroso verano de 1. Por una circunstancia familiar nos encontrábamos, durante esos días de las vacaciones escolares (que, por ese tiempo, duraban más de tres meses, desde mediados de diciembre hasta fines de marzo) en la casa de mis abuelos en Chaclacayo. Esa mañana, luego del baño matinal y de los desayunos largos con panes franceses calientes y mantequillas y quesos fundidos de Laive, acompañábamos a mi abuelo en la apertura de su farmacia (alrededor de las nueve), cuando las chicas del vecino como exitoso restaurante “La Ramada” se acercaron a la puerta del negocio de mi abuelo, justo segundos después que mis dos tíos menores (quienes eran estudiantes), partieron en el auto de uno de ellos rumbo a Lima. Las chicas preguntaron: — Señor, ¿sus hijos han ido a Lima, tienen documentos?— ¿Por qué?— Dicen que hay disturbios en Lima. - Todos tenemos un doble. Nuestro doble, no es el cuerpo astral o etérico del que algunos hablan. Es verdaderamente nuestro “yo”, en otra dimensión. Teor. (Fotos: "25 años de Caretas"; "La República Militar" de Guillermo Thorndike y Carlos Domínguez. Todos los derechos reservados a los autores). Por ese tiempo no habían celulares, ni forma rápida de saber las noticias (“La Rotativa del Aire” de RPP de hoy no existía, siendo esa estación, por esos años, una emisora dedicada a las radionovelas y la música). La televisión, controladada por los militares, recién empezaba sus transmisiones como a las once del día. Cuando llegó Alberto, el empleado de la casa (unos diez minutos luego de las nueve) se excusó por su tardanza, diciendo que había llegado una turba a apedrear el mercado de Chaclacayo (muy cerca de Huampaní) y que había “la volada”* de que en Lima habían disturbios. Una señora mayor hizo uso del teléfono de la farmacia para una llamada a Lima, para saber de su marido (quien tenía un estudio fotográfico muy cerca de la Colmena), y éste le dijo que no podía salir del local, porque habían desmanes (la mujer volvió dos veces más durante la mañana, en la primera el marido le dijo que habían tanques en las calles y que los soldados estaban disparando; en la segunda, que la balacera era fuerte y que no se aventuraba a salir por temor a un tiro perdido). Conforme las “voladas” llegaban a nuestros oídos, de gente que entraba a la farmacia, comenzamos a comprender que la situación en Lima era delicada, pero poco se sabía de la razón de los enfrentamientos, o si estaba el país en el medio de algún golpe de estado. Cerca de las doce mi menor tío Jaime (aún alumno de colegio, quien como nosotros gozaba de vacaciones) nos dijo, de vuelta de un campamento en las playas del sur, que al pasar uno de los micros que tomó por La Victoria y el Centro, había visto tanques rodeando “Radiopatrulla” y que se habían ido para otro lugar, que habían debelado un motín policial. ![]() En la TV, que ya había iniciado sus programas, dieron un “flash” del Canal Cuatro, procediéndose a leer un comunicado de un “Comando de la Zona de Seguridad Regional del Centro”, en el que se indicaba que, dada la situación de orden interno, se suspendían las llamadas (en la Constitución de 1. El “flash” (en realidad, el comunicado militar) fue leido una vez más antes de las doce. A las doce en punto nos sentamos frente del televisor para ver “Mediodía”, pero el noticiero estaba en otra. A los pocos minutos su normal desarrollo fue interrumpido por un “flash”, que fue leido por un locutor en “off” (mientras en las pantallas se veía un letrero que decía “flash”, en un op art bastante peculiar). Reiteraba lo mismo que se había dicho más temprano. Terminada su lectura, apareció nuevamente la imagen de doña Carmela Rey, quien siguió con el programa como si nada pasara (le costó fingirlo). El parte militar fue leido una vez más, mientras ella estaba en la cocina del estudio, preparando una ensalada de garbanzos “buena para el verano”. Los canales de televisión empezaron con su bloque de telenovelas (en el Cinco interrumpieron la emisión de la telellorona para dar también el comunicado militar). Entonces alguien en la casa (mi abuela) nos preguntó si nos habíamos dado cuenta que los comunicados oficiales no los emitía “El Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada” sino “El Comando de la Zona de Seguridad Regional del Centro”. Mi abuelo, tras pensarlo, nos dijo a sus nietos, y a mis padres, “Seguramente ha caído Velasco”. En la tarde, como a las cuatro, llegó la lavandera (una señora que era testigo de Jehová), para decirnos que Velasco había caido, lo que reiteró una parroquiana que llegó a la farmacia (“Dicen que ha caido Velasco, y que el que ha entrado es peor”). Los programas infantiles, que tenían público en vivo, no salieron al aire esa tarde (ni muchas otras tardes más adelante), siendo sustituidos esos espacios por películas de El Gordo y el Flaco, y dibujos animados. Las transmisiones de la TV se interrumpieron con otros “flashes”, uno para decir que el Gobierno había nombrado un nuevo Director General de la Guardia Civil, el otro para anunciar un toque de queda, desde las ocho de la noche (al tercer día lo pasaron a las diez). El noticiero “Hoy”, que iba en la noche, fue el primero en entregarnos imágenes de la jornada descrita como de “saqueo, pillaje y vandalismo” por la prensa parametrada (las imagenes de gente apedreando el Sheraton, incendiado el cercano Centro Cívico, el Casino Militar de la Plaza San Martín).Tras el noticiero (que vimos con mi abuelo, mientras nuestra abuela atendía en la farmacia), más gente llegaba a la farmacia.Un señor nos contó lo del incendio del diario “Correo” (en la avenida Wilson, “yo estuve ahí”, nos decía), otros hablaban de muertos cerca del Mercado Central.“2. Cannot Download Windows Support Software Boot Camp here. Matlab Real Time Workshop License Plate '>Matlab Real Time Workshop License Plate . Horas” salió al aire con casi las mismas imágenes que “Hoy”. Los comentarios de actualidad censuraron el proceder de los malos peruanos. Ese noticiero si reveló que había habido una huelga policial, pero responsabilizando de los desmanes a elementos agitadores. Al día siguiente, la totalidad de la prensa parametrada entregó fotos de gente robando mercancías diversas (refrigeradoras, cocinas, ropa, telas, radios), fotos que los noticieros de la noche divulgaron, solicitando a la población que identifique a los responsables. Nunca se mostraron imágenes de muertos o heridos, ni tampoco se dijo (al menos ese día, y el siguiente 6 de febrero en la TV) cual fue el saldo de fatalidades o lesionados en aquella jornada. QUÉ PASÓ¿Qué pasó el cinco de febrero de 1. Una sucesión de hechos catalizados con propósitos desestabilizadores en contra de Velasco, y con la mano de la potencia hegemónica detrás para evitar una conflagración en Sudamérica. Al mediodía del 3. Jefe de la Casa Militar, General EP Enrique Ibañez Burga, abofeteó a un efectivo de la Guardia Civil (GC) de servicio en las inmediaciones de Palacio, aparentemente por una orden no efectivamente cumplida (que consistía en impedir el acceso de la prensa al Presidente de la República). A ese suceso, calificado por los guardias como “abuso de autoridad”, con los días los GCs le añadieron su propio pliego de reclamos (catalizados por el bajo salario). Elementos extraños a la GC alentaron a los guardias a hacer un paro y un acuartelamiento en la Comandancia de Radiopatrulla, que iniciaron, en algunas unidades, desde el 3 de febrero de 1. Lima, que no tenían semáforos, estaban sin guardias para dirigir el tránsito, lo mismo que edificios públicos e instituciones bancarias). Esa noche los GCs hicieron llegar un memorial al Gobierno y otro a la Marina, la que ofreció mediar en el conflicto. Sin embargo, antes de las doce, los altos mandos militares y un sector del Gobierno deciden debelar cruentamente el motín policial, al que el Comnado Conjunto califica como “sedición”.
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November 2017
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